Se suele considerar que la filosofía y la poesía comparten un origen común. Su relevancia tiene que ver con este nacimiento doble definiría el rigen de la inteligencia y del lenguaje. Ahora bien, si se consideran con un poco más de atención no es difícil llegar a afirmar que en ese origen común pareciera que es la capacidad del hacer metafórico o alegórico la que parece incluso anterior al gesto filosófico. Es decir, el origen de la humanidad, en la materia gris del mona/o, tiene como fuente original a la imagen poética. Esto es por supuesto un mito, el mito; pero posterior al mito, y solo posterior al mito, serían posibles la fábula, el cuento, relato, la leyenda, la tradición, la historia, etc., hasta hoy. La urgencia del presente nos hace caer en la sospecha de si todo aquello ha valido la pena. Necesitamos autoafirmarnos. Camus, en el Hombre rebelde, sostiene que si había una pregunta en particular que debía intentar responder la filosofía era la del suicida: ¿la vida vale la pena o no de ser vivida? Aquí entonces es donde el poeta Muñoz hace gala, de forma sutil y elegante de su formación profesional.
Sobre «Alrededor en el corazón», de Enoc Muñoz – Kurt Folch
