Nostalgia de los dominios perdidos: Noticias de Jorge Teillier

Bastián Desidel



Volver al primer día en que uno leyó a Teillier. Volver a leer “Despedida”, sin saber qué clase de poeta se escondía bajo el nombre del epígrafe; volver a “El poeta de este mundo”, “Si alguna vez”, sin saber que esos versos eran los que estaban sampleados en la canción que tanto reproducías en un mp3 roto; volver a leer “Cuando yo no era poeta”, ya no en ese libro de ejercicios que podríamos encontrar en la mesa del colegio en la primera semana de clases de segundo medio; volver a pensar en la cara de una niña que escapó del continente y que olvidamos cada cierto tiempo al redecir: “Tu color preferido es el azul/ Mi color preferido es el azul/ Nunca más le preguntaremos a nadie qué color prefiere/ Para creer que nosotros inventamos el azul”. Volver a Teillier como quien vuelve con triste figura a través de los rieles abandonados de la ciudad en que comenzaste a trabajar, lejos de casa. 

Considero que la experiencia de relectura trae nuevos signos siempre, quizás viejos signos que pasamos por alto en el primer contacto y que ahora aprendimos a leer atentamente, signos que reclaman su realidad al hacerse visible ante nuestros ojos, una luz que reposaba en lo dicho, o signos que se escriben en el aire al culminar una primera lectura en voz alta, signos que se robustecen a medida que pasa el tiempo en los anaqueles, y el polvo colma el canto de los libros, si de un pequeño objeto perdido en alguna caja de la infancia se tratase. En palabras de Pitol, al recordar a un amigo entre las páginas de su Trilogía: “Un libro leído en distintas épocas se transforma en varios libros”. Valga por doble partida la relectura que nos puede ofrecer la poesía de Jorge Teillier, nacido en el mes de junio, en la localidad de Lautaro el año 1935, quien desde sus inicios poéticos en el año 56 no deja de ofrecer poemarios fundamentales a lo que podríamos llamar la historia de la poesía chilena. Sin duda que, a más de veinte años de su fallecimiento, sus lecturas siguen incentivando la aproximación y la sensibilidad poética a nuevos lectores. El tinte nostálgico, para nada ajeno a su obra, vuelve a resignificarse al palpar con las palabras del poeta, de una manera más personal, una armonía propia y ganada a través del verso.

Línea ferroviaria en Nogales, final de la calle Lautaro

La publicación de Jorge Teillier, Los paisajes del poeta (Ed. Vertiente) permite una nueva perspectiva del poeta. Es Luis Andrés Figueroa quien nos relata esta historia iniciada en 1983. El año 1984 es cuando Jorge Teillier, en una hoja mecanografiada y corregida a mano, responde la temprana misiva de Luis en las que se contenía algunas preguntas que serán la punta de la madeja y el interés por el mundo pictórico y su correspondencia con la poesía en Teillier y el mundo lárico. Esta será la piedra inicial para el encuentro en El Molino de 1986. El diálogo acontecido —y reproducido en el libro— en este encuentro se extiende como núcleo de los otros documentos que componen los capítulos del libro: una memoria, el diálogo mismo, la respuesta al cuestionario con un poema inédito en su reverso. En esta forma adoptada agradecemos como lectores el fino trabajo de Luis —habrá que agradecerle, más temprano que tarde, la publicación de Café invierno, conversaciones con Ennio Moltedo & Tres hebras rojas, conversaciones con Gonzalo Millán— para hilvanar un recuerdo lleno de sentido, una intencionalidad por abordar al poeta Jorge Teillier como algo más que una instantánea, más que una llave de lectura —lo cual no se excluye debido a la infinita riqueza de las respuestas dadas— una habitación nueva a la vida de Jorge. El despliegue de la conversación permite el rescate de piedras preciosas, lecturas significativas, intereses personales, comentarios oportunos, lo cual, en suma, constituye una entrega importante al cuadro del poeta. 

Quizás siempre se trató de la manera en que Francis Seurel y Agustín Meaulnes intentaban retornar al Dominio Perdido. Al leer Jorge Teillier, los paisajes del poeta, se posibilita la revaloración de un poeta mayor entre los nuestros, la importancia de Teillier nunca ha estado en juego, es sólida desde el primer minuto. Lo medular, me atrevería a anotar relacionado a estas páginas, es que habilitan una nueva ventana, ilumina un umbral, nosotros nos asomamos a ese patio: presenciamos el diálogo de una de las personas más grandes de la literatura chilena, se nos comparte su sensibilidad y conocimiento: Jorge Teillier, hombre y poeta. 

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