Claudio Guerrero (1975). Es autor de los poemarios Las corrientes luminosas (Casa de Barro, Valparaíso, 2020), Código menor (Ediciones Inubicalistas, Valparaíso, 2017), Pequeños migratorios (Ediciones Inubicalistas, Valparaíso, 2014), El libro de las cosas que se ignoran (Ediciones del Temple, Santiago, 2002) y El silencio de esta casa (Ediciones Casa de Barro, Santiago, 2000). Es coeditor de los libros El ABC del Neoliberalismo 3 (Communes, Viña del Mar, 2021 junto a Hiam Ayllach y Hugo Herrera) y de Figuras de lo común. Formas y disensos en los estudios literarios (Dársena, Valparaíso, 2021 junto a Mónica González, Hugo Herrera y Raúl Rodríguez); y, autor del libro de ensayos Qué será de los niños que fuimos. Imaginarios de infancia en la poesía chilena (Ediciones Inubicalistas, Valparaíso, 2017).
Máscaras
adentro no cabe adentro
Hugo Mujica
Cómo hacer desaparecer la máscara
esa habitual quietud de pasos diarios.
Cómo brindar con un desconocido
demasiado atento a la respiración ajena.
Qué esperar de las febriles esperas
de la ansiedad de vitrinas
la insensata preocupación del ornamento
el ruido de sables de la columna dominical
a cuánto el día vencido a la mercancía
a cuánto el precio por la falta de silencio.
Donde sea que vayas
te seguirán los ruidos de la calle
las trompetas serpenteantes de espuma
las challas en el pelo de los festejantes.
Donde fuere que vayas
habrá un colgajo de piruetas alrededor
malabaristas de turno encandilando fuego
espeso humo anquilosado en honor
de los dispuestos a levantar la copa.
Tal vez debas dejar las ánforas vacías.
Siempre se llenan con reluciente vino nuevo.
Para otros los antiguos laureles.
Para otros el ajustado traje de sastre.
Afuera la bicicleta gira en desenfreno.
Tal vez debamos detenernos
en el llamado de la rueda.
Encuentro con Rubén Jacob
Anoche traje de casa de mis padres un montón de periódicos,
para revisar las noticias de los días en que estuve ausente.
Triste pasatiempo. ¿Pero en qué otro país podría vivir yo ahora?,
me pregunto.
Rodrigo Rey Rosa
Envuelto en la inútil y bella vida
el café sobre la mesita de centro
abierto el periódico en el sofá
frívolas incidencias cotidianas
desalentadoras nuevas matutinas
nada o poco que ver con imágenes
que se anhelan como se ama por ejemplo
una estación de ferrocarril
un día de lluvia a la salida del pueblo
bandadas de gaviotas trizando el oído
sería bello ver aparecer por las escaleras
las gafas grandilocuentes del poeta de Quilpué
subir a la casa e instalarse en el ático
como si nos fuésemos a quedar solos para siempre
rodeados de árboles centenarios
un tablero de ajedrez
y el banderín del equipo favorito
a punto otra vez de perder la categoría.
El Adagietto de la quinta sinfonía de Mahler
promueve la detención de las manos.
Qué puede valer un poema ahora
qué palabras pueden asediar el asombro.
El poeta es un desheredado que viene a reparar algo
que no sabe muy bien qué es en el fondo del tiempo.
Deberíamos recuperar siempre esa atmósfera sonora
esa llave de sol que fue el comienzo de todo
como la Enciclopedia de los Grandes Compositores
que tu padre compraba semana a semana
en el kiosko de la esquina
haciendo inundar la galería de golondrinas
cuando no se era más que un tiempo sin fondo.
Caminamos juntos por el barrio camino a la estación.
Te esperaba el tren de las seis de la tarde.
Las noticias vespertinas hablaban de un incendio.
Cómo hacer para no pensar en un triste retorno.
Fue entonces cuando recordamos un quinteto
los acordes necesarios que nos llevarían
a la casa fuera del tiempo
el único lugar que vale la pena en esta comarca
en donde los rieles brillan como si quisieran llorar
y el engañoso concreto azul
sopla sus bravatas de aguada costera
haciendo gris el abordaje.
Solo así valdría la pena este encuentro
en el desgano que cae con el atardecer
cuando hay que subir el cerro de vuelta
entregados a la ausencia del tiempo
a los lugares por donde ya no andaremos.
Desarreglo
Oh, ceremonias:
pellejo hostil.
Ximena Rivera
Como una extranjera en tierra desconocida
palpita un rumor de palabras en el ojo
ruido de campanas anegadas, Ximena
ondas plegadas a paredes asépticas.
Cuando vuelves del silencio azul de la quebrada
a menudo viene la pregunta por un puente de madera
un espejo que desconoce su reflejo
en el tacto frenético de árboles vibrantes.
Como quien piensa en la casa construida a lo lejos
encumbrada sobre un leve promontorio
recorres el paisaje de álamos abrazados
vislumbramiento de bramantes sonidos en el párpado.
Todo lo que anhelas es un cuarto para el reposo
silencio que se huele aún bajo la lengua
pero las velas encendidas iluminan una sombra
que no descansaría bajo ninguna complicidad.
Como quien piensa en despojos desanudados
te aproximas a aquella leve luz de la ventana
cuadro amarillo que encubre el rayo detenido
en esas manos que tiemblan ante el despojo.
Será quizás en aquel detenido instante, Ximena
cuando al fin descansen del ruido de las maderas
todos aquellos espectros que rondan tu lecho
momento prístino en que se eleva el verdadero canto
lo sagrado
la placenta de la imagen.
Klaus Kinski con bandurrias
Nosotros… lo que hacemos, son caminos,
nada más que caminos, caminos condenados de antemano a ser borrados
por el viento y el destino…
Teófilo Cid
Qué escande el hilo fino de la lluvia
en la flor del ciruelo.
A qué se debe esta postura
de fisgonear el movimiento de las bandurrias
tasar el soporte del viento.
Qué pasa cuando el ojo se enciende sobre el oído.
Acaso las risas destempladas de los amigos
indique que todo está bien
es momento de abrir la imagen
algo oblicua podríamos asegurar
se superpone y proyecta como por DeLight Lab
entre la cama de un hostal en Temuco
y un edificio de veinte pisos
que bien podría estar en cualquier parte
indiferente al carácter de los lugares.
La luz reúne a tu padre con Klaus Kinski
una tarde de sábado en las que no es requisito
salir a pasear por los pueblos
en la que quizás se mantiene como estado de ánimo común
algo así como una desidia
o una tristeza leve difícil de precisar
un cuerpo de gato lamiéndose el pelaje
en la punta de la piel el vértigo de la noche anterior
oscura como la borra en un vaso de vino
precipitada e irrespetuosa
contra la lenta cancelación del futuro.
Video Lar
Santiago de Chile
Parque Bustamante
en la sección de cine arte
Aguirre la ira de Dios
tal vez no sea necesario intercambiar palabra alguna.
Klaus Kinski buscando El Dorado
un mono triturado en sus manos
solo en medio del Amazonas
enloquecido sobre una balsa de madera
infringiendo una tarde cualquiera con la obstinación
cuando no se era más que interrogantes
sin cuajar nada muy preciso
buscando el dorado en el poema
algo así como un té caliente
sorbeteado con el menor ruido posible
de modo de no trizar la escena.
El frío
la lluvia
la luz
la flor del ciruelo
y un impertérrito edificio
atravesado por bandurrias
son el soporte para este encuentro
desorbitada línea de montaje
Klaus Kinski con casco de Lope de Aguirre
atravesando Amereida para llegar a Temuco
pasando por Santiago calle Seminario esquina Rancagua
todo incluido
desayuno continental
a la misma hora en que el canto-pato bandurrial
choca con la bocina del tren de carga
y la travesía de Klaus Kinski se diluye con los créditos
dejando entrever el mortero damasco del homogéneo edificio
y el rostro del padre que rebobina la cinta
el VHS encajado en el plástico
de medio a primer plano
enciende un nuevo cigarro
una luz como estrella fugaz
termina en negro.