Cinco poemas de Filipa Leal
Traducción de Sara Martínez
Filipa Leal nació en Oporto en 1979. Es poeta, periodista y guionista. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Westminter (Londres), tiene una Maestría en Estudios Portugueses y Brasileños de la Facultad de Artes de Oporto. Ha trabajado en radio, prensa y televisión. Publicó su primer libro, Lua-polaroid, en 2003, al que siguieron ocho títulos de poesía, entre ellos A Cidade Liquida, O Problema de Ser Norte, A Inexistência de Eva, o Vem à Quinta-Feira. Escribió, con la directora Patrícia Sequeira, el largometraje Jogo de Damas, por el que recibieron el premio Golden Aphrodite al Mejor Guión en el Festival de Cine de Chipre (2016) y el Premio al Mejor Guión en el International Monthly Film Festival de Copenhague (2017). Autora y guionista de la serie Mulheres Assim, emitida en RTP1 (2016-2017), también colaboró con el programa semanal Literatura Aqui, en RTP2 (Premio SPA al Mejor Programa de Entretenimiento 2017). Actualmente es uno de los rostros del programa cultural Nada Será Como Dante (RTP2).
La casa
Te dije: una casa.
Hacía meses que no hablábamos y esto
fue todo lo que supe decirte.
Coloqué primero los discos, después las películas,
y ya luego los libros, los platos.
Como quien se resguarda de la lluvia,
colgué los primeros cuadros.
Cuatro: calle, mar, mujer, corazón.
Comenzó a llover cuando me preguntaste
si te invitaba a cenar.
Era innecesariamente julio
y dentro de la casa llovía mucho.
Te lo dije, lo confieso, sin esperanza
—solo porque una casa
es demasiado grande para guardarla en la boca.
De Vem à quinta-feira (2016, reimpr. 2021)
San Juan
Recuerdo que Miguel Salió con la albahaca
Bajo el brazo.
La albahaca era del restaurante de Batalha,
como son los perros de sus dueños,
y los humanos de sus amantes.
Miguel robó la albahaca, es cierto,
pero el dueño del restaurante debía haber estado más atento.
El dueño del restaurante ya debía tener edad suficiente para saber amar
sus plantas.
De Vem à quinta-feira (2016, reimpr. 2021)
Casa-Museo
Con Oleg Karavaichuk
(después de la película Oleg y las raras artes, de Andrés Duque)
La casa era estúpida y excesiva.
No era ni siquiera una casa, sino apenas un lugar
atravesado de pasillos y retratos muertos,
llena de gente desaparecida que no dejaba de intentar
habitarla. La casa era árbol
cortado, todavía con ramas hasta la fosa,
hasta los cimientos, hasta debajo de las camas desiertas
de no haber tenido nunca amor. Era una especie
de prisión palaciega queriendo ser divina;
si sonara música, sonaría Bach, pero no sonaba.
La casa era casi un burdel de la política,
un escándalo de todo lo que había callado con el tiempo.
Deslumbrado por el rigor de la casa, por su
habilidad histórica, por su pasado repleto de cosas raras, el músico,
que era el último habitante de la posibilidad
de que la casa siguiera siendo casa, tocó
el último piano. Y enloqueció.
De Fósforos e metal sobre imitação de ser humano (2019)
Ensuciarse las manos
Era este miedo de haber cedido a la comunicabilidad,
a los abrazos en las filas de autógrafos,
a la alegría rápida de los traductores.
Era este miedo de haber salido demasiado en televisión,
de no haberse partido nunca la cabeza en la infancia,
de rechazar las palabras de asco y de horror.
Era este deseo de materia.
Era esta certeza de que habría barro
donde escribir
barro,
esta ilusión de estatura,
este disfraz de dimensión.
Más tarde, me di cuenta.
No se ensucia las manos quien ensucia el poema.
De Fósforos e metal sobre imitação de ser humano (2019)
Separación total de bienes
(Bellotas y flores secas, 2018)
Me devolviste:
Las llaves de mi casa;
dos tragedias griegas
que me había dejado en tu mesilla de noche.
Estaba pensando que nunca llegaste a usar las llaves para entrar
a mi casa y que ahora la casa ya no era mía,
volvía a ser de su propietario, la cambié por una casa
de menor tamaño, y ese día tendría que devolverte:
un anzuelo, una flor seca, un chocolate ruso, dos bellotas.
De Fósforos e metal sobre imitação de ser humano (2019)
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