Y mis párpados sintieran otra vez la bruma de las palabras – 7 poemas de María Sol Pastorino

María Sol Pastorino. (Córdoba, 1979) es poeta y Licenciada en Psicología (UNC). Asimismo, es Doctora en Ciencias Sociales (U de Deusto). Ha publicado La Surtidora, su primer poemario el año 2019, a través de la editorial Ruinas Circulares. Además, ha participado de las antologías Cómo decir (en este mundo, solo con estas palabras) (2017) y Palabras Necesarias (2020). Ha recibido las siguientes menciones: Premio Internacional de Poesía Raúl González Tuñón (2017), por su poemario La Surtidora; y el Premio Nacional de Cuento y Poesía (2020), con su obra inédita Un manto de basura.


Espíritu del arte

(Intentaré volar
sobre el detritus de las palabras)

Son pájaros vestidos alrededor del crimen.
Revolotean una tierra que pierde su forma,
en cada traje ocultan el dolor del circo,
el dolor de los bosques esparcidos sobre huesos.
Son pájaros que jamás alcanzaremos a tocar 
con la más íntima pluma, 
en el más abierto de los cielos.

Confórmate con el círculo y la trayectoria de su distancia

A una mujer la ven como rama y nido,
a un hombre lo traspasan con ojos ultravioletas.
No traen mensajes ni profecías,
al lenguaje se lo llevaron
o nunca fue
tierra segura para nadie.


Promesa de escritura

La poesía (no le arranques poesía a las cosas)
se escapa del sujeto y del objeto.

Carlos Drummond de Andrade

No creas que se trata de una carrera
ni de contar 
a cuenta gotas las palabras.
Eso que crees y escribes
Eso que creíste que era escribir

no hace la escritura.

La palabra malformada
la palabra inspiración
lo que imaginas
la cadena de úlceras del yo poético

no hace la escritura.

Un ombligo
un signo que raspó en la infancia
la armonía entre el ruido y el sonido
las palabras propias
las palabras y  guiños de otros
No

La promesa de escritura.


Homenaje a Dickinson

Del olor a histeria,
en el cielo del diecinueve
se esconde. En el rostro,
tiene un brillo de pastor viejo
o un reflejo de ama Susan.

En una taza de té 
remoja los pudines y secretos.
Levanta la tapa de los sesos
y hace caminar    –  –  –  –
en lugar de piojos.

Entra en sueños
con un camisón de musgos 
y sonámbula.
Deja la mente sobre una mesita de luz,
embrujada. 
Aletea, petirrojo
en un fondo de vaso hermético y lejano.

Se parece a Emily
                                  la mascota de Dios.


La práctica del amante1

Aquella destreza
como el avance de un caracol
babeando significados
para complacer – complacerse
se la debo a un corazón racional
ya complacido

Aventura de escribir
que descubrí en las siestas

cuando no hay nadie ya nunca para hablar

Dar malos entendidos calmarlos
como se calman los cueritos de las uñas a tirones

sin herir                         a quien corresponda.

 

Publicado en la Antología Aniversario de la Editorial Ruinas Circulares: Cómo decir (en este mundo, sólo con estas palabras). Buenos Aires, 2017.


El Oro sudaca2

Estamos en Europa y quiere pagarme cinco
no veinte

Qué cosa                    no quiere pagar
como si no valiera el oro aquel

Es plata rodio acero cobre oro
y que no se note
Trans oceánico
y que no se note
Trans pactado

Oro
en cuna de oro
valor de oro dieciocho quilates de oro
cofre de oro joyas de oro
láminas de oro copa en oro
tumbas de oro

Qué cosa                    no quiere pagar
como si no valiera oro aquella

Otra

la suda la okupa la ilegal
legalizada para cuidar.

2 Ídem.


Disciplina

¿Cómo serían las palabras y las cosas,
si hablar hubiera sido un puente entre nosotros?
¿Acaso las palabras de ella, su peso y ferocidad, 
se hubiesen desagotado en tu relato?
¿Cómo hubieran sido tus caricias,
sin la suavidad muda en tu lenguaje?

¿Dónde te escondías a llorar lo indecible? 
¿Presentías los acantilados en los que te callas hoy?

Si me hubieras contado de balances y números,
estados financieros, obligaciones que suman,
¿cuál sería la cuenta de los resentimientos verbales?

Si decreciera hasta poner mi lengua en estado infantil,
y mis párpados sintieran otra vez la bruma de las palabras
de una niña recibiendo oxígeno a través de un tubo,
de una niña deseando el aire de tu voz,
¿Hablaríamos, padre?


Poema del extremo

Regresaré a casa,
al encierro.
Lavaré mis manos un poco manchadas.
Los actos terroristas
vendrán después a controlarme. Mis manos,
que siguen fracasando en su defensa.

(Qué pasa entre los dedos,
porque ahora se abren, fíjate,
tienen varios acantilados entre ellos,
no hay cuevas, ni faros, ni rompe vientos).

Entonces no hagas señales 
no cruces los dedos,
no uses el índice de militar.
No hagas nada.
El disparo suena adentro.



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