Selección de fragmentos
poesía lírica griega arcaica
La selección de poemas presentada a continuación corresponde a un pequeño esbozo de la poesía lírica de la Grecia arcaica, período comprendido entre los siglos VIII y VI a. C., compuesta por poetas elegíacos y yambógrafos (Calino de Éfeso, Arquíloco de Paros, Mimnermo de Colofón, Solón de Atenas), poetas monódicos (Anacreonte de Teos) y poetas corales (Simónides de Ceos).
Esta lírica, provista de una lengua eufónica, rítmica y eminentemente musical, presenta una visión ceñida al acontecer del hombre y el mundo. Con un carácter a veces pesimista, en otras, instructivo, traslucen el saber de lo cotidiano que guía los aspectos vitales: la percepción de la pobreza, el valor y la virtud, las moiras y el destino, la profunda afirmación del tiempo en la juventud y la vejez. Tal como expresa Héctor García Cataldo: “Toda poesía helena es una lírica de pensamiento, que representa, además, la juntura inextricable entre el logos como palabra (epos) y como intelección, pensamiento (nous). Esta lírica habla del ayer y de siempre, del devenir eterno, que es el hombre”.
—49 Escalones
Calino de Éfeso
(Siglo VII, fl. C. 660 a.C.)
¿Hasta cuándo estáis echados? ¿Cuándo tendréis un corazón valiente,
oh jóvenes? ¿No tenéis temor respecto de los vecinos, siendo
tan extremadamente negligentes? ¿En paz creéis
estar, sin embargo, la guerra se apodera de toda la tierra?
[…]
y que quien esté muriendo lance por última vez sus dardos,
porque es hermoso y glorioso para el varón luchar
por su tierra y los hijos de la legítima esposa
contra los enemigos, y la muerte será, cuando
las Moiras la hilaren. ¡Bueno, que alguien enhiesto vaya,
la lanza levantando y tras su escudo al valiente corazón
acurrucando, cuando por primera vez se mezcle la guerra!
De ninguna manera, pues, es destino que de la muerte huya
el varón, ni aunque su estirpe fuese de antepasados inmortales.
Muchas veces el que huye del combate y del ruido de los dardos
se va, pero en su casa la moira de la muerte lo alcanza.
Pero este en todo caso no es amado por el pueblo ni echado de menos,
en cambio al otro lo lloran el pequeño y el grande si algo padece,
pues en el pueblo entero hay nostalgia cuando un varón de espíritu potente
muere, y vivo es digno de estar entre los semidioses,
pues lo tienen en sus ojos como a una torre,
porque siendo él solo ejecuta cosas dignas de muchos.
(Edmonds I, 1. 1 D)
Solón de Atenas
(Siglo VIII. nace c. 640 y muere después de 560 a.C.)
No hay ningún hombre feliz, sino desgraciados
Son todos, a cuantos mortales el sol desde lo alto mira.
(15 D. 15 Rodríguez Adrados)
Arquíloco de Paros
(Siglo VII, fl. c. 648 a.C.)
Con mi escudo alguno de los tracios se vanagloria, el cual junto a un matorral,
arma intachable, abandoné no queriendo,
pero yo me salvé. ¿Qué me importa el escudo aquél?
¡Que se vaya al diablo! De nuevo me compraré uno no peor.
(6. D)
Dolores que hacen llorar, Pericles, ninguno de los ciudadanos
lamentando, con las fiestas gozará, ni la ciudad,
pues a tales hombres una ola del mar muy resonante
se los tragó, e hinchados por los dolores tenemos
los pulmones. Pero los dioses, pues, a males incurables,
oh amigo, les opusieron la fuerte paciencia
como remedio. A veces otro perece estos males: ahora contra nosotros
se han vuelto, y una sangrienta herida lloramos,
y de nuevo se volverán contra otros. ¡Bueno, lo más rápidamente posible
resignaos, el dolor mujeril rechazando!
(7 D)
La Suerte y el Destino, oh Pericles, le dan al hombre todas las cosas.
(8 D)
En los dioses coloca todas las cosas: a menudo desde los males
ellos enderezan a los hombres yacentes en la negra tierra,
y a menudo los derriban y a los que caminan muy firmemente
hacen caer de espaldas: luego, muchas cosas malas acontecen
y por la necesidad de vivir vagan como un loco de mente.
(58 D)
Corazón, corazón, por dolores inaguantables perturbado,
¡Levántate! Y de los mal intencionados protégete ofreciéndoles de frente
el pecho, colocándote con firmeza cerca de las insidias
de los enemigos: y aun venciendo no te exaltes exageradamente
ni siendo vencido llores desplomándote en casa,
sino que con las cosas alegres, alégrate, y con las cosas malas, entristécete
no demasiado: date cuenta que el ritmo tiene a los hombres.
(67 a D)
Mimnermo de Colofón
(Siglo VII, fl. c. 630 a. C.)
Somos como las hojas que hace brotar la poliflorida estación
de la primavera, cuando repentinamente por los rayos del sol se acrecientan;
semejantes a ellas por muy breve tiempo de las flores de la juventud
disfrutamos, ignorantes por voluntad de los dioses del mal
y del bien. Pero las negras Keres nos rodean,
una sosteniendo el término de la vejez,
y la otra, de la muerte. Poco tiempo dura de la juventud
el fruto, sólo cuanto dura en difundirse el sol sobre la tierra.
Apenas este límite de la estación se hubiere de traspasar,
inmediatamente estar muerto es mejor que vivo,
pues, muchas cosas nefastas en el sentir acontecen: a veces la casa
se arruina y las obras de la pobreza son dolorosas;
uno carece de hijos, y ardientemente
deseándolos, bajo tierra marcha hacia el Hades.
Otro padece una enfermedad que le destroza el corazón; no hay ninguno
entre los hombres, al cual Zeus no le diera muchos males.
(2 D., Edmonds I, 2. R. Adrados I, 2. J. Ferraté 11)
Anacreonte de Teos
(Siglo VI, fl. c. 563-478 a. C.)
Canosas tengo ya las sienes y la cabeza blanqueada,
la agradable juventud ya no está junto mí,
gastados los dientes,
y de la dulce existencia
ya no me queda mucho tiempo.
Por esto sollozo
a menudo al Tártaro temiendo,
porque del Hades es terrible
la profundidad, y terrible hacia él
el descenso, porque está predeterminado
al que desciende no volver a subir.
(J. Ferraté 360 (50 P). G. Gammelli VII, 32)
Simónides de Ceos
(566-467 a. C.)
De los hombres poco es
el poder, impracticable las preocupaciones
y en el breve tiempo de la vida trabajo tras trabajo
y la muerte inevitable indistintamente
está suspendida sobre [nosotros]
porque de ella una parte igual recibieron
por destino tanto los buenos como el que es malo.
(214 Juan Ferraté, 1 Francesco Sisti, 9 D, 15 P)
Poesía Lírica Griega Arcaica,
Antología de fragmentos: de Arquíloco a Simónides
Selección de Héctor García Cataldo
Para el Centro de Estudios Griegos Bizantinos y Neohelénicos
Facultad de Filosofía y Humanidades
Universidad de Chile