Nacido en el noreste de Brasil, en la ciudad de Recife a comienzos de 1920, João Cabral de Melo Neto es considerado como una de las grandes voces de la poesía brasileña y latinoamericana del siglo XX. Iniciador de una nueva forma de entender y hacer poesía, su trayectoria da cuenta de una fina búsqueda en y con el lenguaje, desde la imagen surrealista de sus primeros textos hasta la claridad concreta del ser humano y los objetos como fenómenos sociales de sus poemarios siguientes.
Si bien se ha hecho hincapié en el lugar primordial que tienen las cosas en su poesía, al modo de Francis Ponge y Marianne Moore —poetas con los que Cabral dialoga explícitamente en sus poemas—, también es cierto que, en la incorporación de los objetos del mundo al poema, la realidad verbal con sus rigores y sutilezas se convierte en el objeto en sí. En la poesía de Cabral la exploración de la materia sonora y la construcción sintáctica son tan perceptibles como las cosas a las que refieren.
Escribió más de quince libros de poesía, entre los que destacan Pedra do Sono (1942), O Engenheiro (1945), O Cão Sem Plumas (1950) y A Educação pela Pedra (1966). También publicó textos ensayísticos sobre poetas y poéticas. A lo algo de su carrera recibió los premios Camões (1990), Neustadt International Prize for Literature (1992) y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1994).
João Cabral de Melo Neto falleció en Río de Janeiro en 1999, a los 79 años.
POEMA DESIERTO
Todas las transformaciones
todos los imprevistos
se daban sin mi consentimiento.
Todos los atentados
estaban lejos de mi calle.
ni siquiera por el teléfono
me lanzaron bomba alguna.
Alguien multiplicaba
alguien tomaba fotografías:
No sería nunca dentro de mi cuarto,
donde ninguna evidencia era probable.
Había también alguien que preguntaba:
¿Por qué no un tiro de revólver
en la sala súbitamente a oscuras?
Me anulo me suicido,
recorro grandes distancias inalteradas,
te evito te ejecuto
a cada momento y en cada esquina.
De Piedra del sueño (1942)
POEMA DESERTO
Todas as transformações
todos os imprevistos
se davam sem o meu consentimento.
Todos os atentados
eram longe de minha rua.
Nem mesmo pelo telefone
me jogavam uma bomba.
Alguém multiplicava
alguém tirava retratos:
nunca seria dentro de meu quarto
onde nenhuma evidência era provável.
Havia também alguém que perguntava:
Por que não um tiro de revólver
ou a sala subitamente às escuras?
Eu me anulo me suicido,
percorro longas distâncias inalteradas,
te evito te executo
a cada momento e em cada esquina.
Pedra do sono (1942)
LOS MANIQUÍES
Los sueños se cubren de polvo.
Un último esfuerzo de concentración
muere en mi pecho de hombre esforzado.
Tengo en mi habitación maniquíes jorobados
donde me reproduzco
y me contemplo en silencio.
De Piedra del sueño (1942)
OS MANEQUINS
Os sonhos cobrem-se de pó.
Um último esforço de concentração
morre no meu peito de homem enforcado.
Tenho no meu quarto manequins corcundas
onde me reproduzo
e me contemplo em silêncio.
Pedra do sono (1942)
ESPACIO DIARIO
En el espacio diario
la sombra se come la naranja
la naranja se tira al río
no es un río, es el mar
que se desborda por mi ojo.
En el espacio diario
naciendo del reloj
veo manos, no palabras,
sueño de alta noche la mujer
tengo a la mujer y al pez.
En el espacio diario
olvido el hogar el mar
pierdo el hambre la memoria
me suicidio inútilmente
en el espacio diario.
De Piedra del sueño (1942)
ESPAÇO JORNAL
No espaço jornal
a sombra come a laranja
a laranja se atira no rio,
não é um rio, é o mar
que trasborda de meu olho.
No espaço jornal
nascendo do relógio
vejo mãos, não palavras,
sonho alta noite a mulher
tenho a mulher e o peixe.
No espaço jornal
esqueço a lar o mar
perco a fome a memória
me suicido inutilmente
no espaço jornal.
Pedra do sono (1942)
EL INGENIERO
A Antônio B. Baltar.
La luz, el sol, el aire libre
envuelven el sueño del ingeniero.
El ingeniero sueña cosas claras:
superficies, zapatillas, un vaso de agua.
El lápiz, la escuadra, el papel;
el diseño, el proyecto, el número:
el ingeniero piensa el mundo justo,
mundo que ningún velo cubre.
(Ciertas tardes no subíamos
al edificio. La ciudad habitual
como un periódico que todos leen,
ganaba un pulmón de cemento y vidrio)
El agua, el viento, la claridad,
a un lado el río, en lo alto las nubes,
situaban en la naturaleza el edificio
creciendo desde sus fuerzas simples.
De El ingeniero (1945)
O ENGENHEIRO
A Antônio B. Baltar
A luz, o sol, o ar livre
envolvem o sonho do engenheiro.
O engenheiro sonha coisas claras:
superfícies, tênis, um copo de água.
O lápis, o esquadro, o papel;
o Desenho, o projeto, o número:
o engenheiro pensa o mundo justo,
mundo que nenhum véu encobre.
(Em certas tardes nós subíamos
ao edifício. A cidade diária,
como um jornal que todos liam,
ganhava um pulmão de cimento e vidro).
A água, o vento, a claridade
de um lado o rio, no alto as nuvens,
situavam na natureza o edifício
crescendo de suas forças simples.
O engenheiro (1945)
PARA LA FERIA DEL LIBRO
A Ángel Crespo
Frondosa, la hoja de un libro retoma
la languidez vegetal de la hoja hoja,
y un libro, si no se lee se deshoja
como bajo el viento el árbol que lo dona;
hojeada, la hoja de un libro repite
fricativas, labiales de aires antiguos,
y nada finge el viento en hoja de árbol
mejor de lo que el viento en hoja de libro.
Callado: tanto cerrado como abierto,
inclusive ese que grita adentro; anónimo:
solo expone el lomo, puesto en el estante,
oscureciendo todos los otros lomos;
modesto: se abre solo si alguien lo abre,
y opuesto tanto al retrato en la pared,
abierto de por vida, como a la música,
apenas vive mientras vuela su red.
Sin embargo, a pesar de eso, aunque paciente
(se deja leer donde quiera), severo:
exige que lo saquen, que lo interroguen;
y jamás exhala; cerrado o abierto.
De La educación por la piedra (1952-1966)
PARA A FEIRA DO LIVRO
A Ángel Crespo
Folheada, a folha de um livro retoma
o lânguido vegetal de folha folha,
e um livro se folheia ou se desfolha
como sob o vento a árvore que o doa;
folheada, a folha de um livro repete
fricativas e labiais de ventos antigos,
e nada finge vento em folha de árvore
melhor do que o vento em folha de livro.
Todavia, a folha, na árvore do livro,
mais do que imita o vento, profere-o:
a palavra nela urge a voz, que é vento,
ou ventania, varrendo o podre a zero.
Silencioso: quer fechado ou aberto,
Incluso o que grita dentro, anônimo:
só expõe o lombo, posto na estante,
que apaga em pardo todos os lombos;
modesto: só se abre se alguém o abre,
e tanto o oposto do quadro na parede,
aberto a vida toda, quanto da música,
viva apenas enquanto voam as suas redes.
Mas apesar disso e apesar do paciente
(deixa-se ler onde queiram), severo:
exige que lhe extraiam, o interroguem
e jamais exala: fechado, mesmo aberto.
A Educação pela Pedra (1962-1966)
BANCA DE SIRINHAÉM
1.
Si alguien se deja, se acuesta,
en la playa del Noreste
con viento siempre del este,
más que dejarse, se acuesta,
si se entrega entero al mar,
si interna el cuerpo, se aparta,
dentro de la propia jaula
y, antes que existir, está;
si además la brisa alisia
que el mar sopla (o sopla el mar)
al cocotero a cantar
pone con su única sílaba:
ese alguien puede que escuche,
así cortado y vacío,
solo en su estar, el silbido
del tiempo fluir, y rezume.
2.
Si alguien se deja, se acuesta,
en la playa del Noreste
con viento siempre del este,
más que acostarse, se deja,
siente en el cuerpo a la tierra
rodar redonda en su núcleo,
pues puede sentir incluso
que sus dos piernas se elevan,
que el horizonte se empina,
que por sobre su cabeza
su cuerpo también se eleva;
se le viene el mar encima.
Esas playas propician
que el cuerpo sienta su tiempo,
y el espacio en ruedo lento;
como vértigo su vida.
De La escuela de los cuchillos (1975-1980)
BARRA DO SIRINHAÉM
1.
Se alguém se deixa, se deita,
numa praia do Nordeste,
ao sempre vento de leste,
mais que se deixa, se deita,
se se entrega inteiro ao mar,
se fecha o corpo, se isola
dentro de própria gaiola
e, menos que existe, está;
se além disso a brisa alísia
que o mar sopra (ou sopra o mar)
faça com que o coqueiral
entoe sua única sílaba:
esse alguém pode que ouvisse
assim cortado, e vazio,
no seu só estar-se, o assovio
do tempo a fluir, seu fluir-se.
2.
Se alguém se deixa, se deita,
numa praia do Nordeste
ao sempre vento de leste;
mais que se deita, se deixa,
sente com o corpo que a terra
roda redonda em seu eixo,
pois que pode sentir mesmo
que as suas pernas se elevam,
que há um subir do horizonte,
que mais alto que a cabeça
se corpo também se eleva,
vem sobre ele o mar mais longe.
Essas praias permitem
que o corpo sinta seu tempo,
o espaço no rodar lento,
sua vida como vertigem.
A Escola das Facas (1975-1980)