De Masacre en la calle Harrington – Iris Kiya

IRIS KIYA (Sebastian Melmoth – Milton Steiner – Vladimir Cafard – M. Monzón). Ha estudiado literatura en la UMSA. Sus textos han sido publicados en antologías físicas y digitales en Bolivia, Argentina, México, Ecuador, Perú y Chile. Entre el 2010 y 2013 participa y organiza encuentros de editoriales independientes dentro y fuera de su país. Ha ejecutado distintos talleres de creación literaria, lecturas de poesía y ferias independientes en colegios, universidades y psiquiátricos. Ha sido merecedora de los siguientes premios: Poesía joven, auspiciado por la Cámara Boliviana de Libro y la Fundación Pablo Neruda de Chile (2010). Residencia Mantis para escritoras bolivianas (2019). Voces de nuevo tiempo auspiciado por la FCBCB (2020). Ha publicado los libros de poesía Manicom(n)io fra(g)tal, colección postmortem (2010). 24 cortos y un prólogo en braille para Gelinau Laibach (2013). En la trinchera (2017). Masacre en la calle Harrington (2017) y Márgenes infrarrojos. L’image, une forme de violence (2019). Es parte de las antologías Tea Party, muestra dinámica de poesía latinoamericana (2014). Ulupica, trece poetas bolivianos actuales (2016) y Devenir Isla, hacía una cartografía de poetas chilenas y cubanas (2018). El 2020 la editorial Dulzorada con sede en Dallas – EEUU publica la edición bilingüe Reconstruction of the father and other writings (2020). Formó parte de las editoriales independientes Género Aburrido y Maki_naria editores.


La edad parisina

Erno Friedmann se encoje de hombros
le gustaría llorar mientras alguien lo despide
            en el andén 54
hubiera querido –quizá
que su madre le llevará un par de libros y
            mermelada de guindas
pero seguro ella quedó triste, llorando por su
            pequeño Bandi
ya no era tan pequeño,
jamás fue de su agrado ese apodo
pero echaba de menos la sopa de guindas
                                                     de su madre
y a su hermano Kornél
Erno Friedmann se toca el cabello
se alisa las cejas
las mismas cejas de su padre
las mismas cejas de su hermano
y dentro del tren
las mujeres ya no sonríen
solo una
aquella que tiene zapatillas rojas
Erno la mira
Erno piensa en las guindas
en Paris
            en las novelas de Simenon
le gustaría tener un gemelo malvado como
            Pietr-le-Letton
quizá lo tenga algún día
ese gemelo tendrá astucia
30 años –quizá
una cámara
y si tiene suerte
podría conocer a la chica de las zapatillas rojas
Erno Friedmann baja del tren
en el andén 25 no lo espera nadie
ve cómo se aleja el tren y la chica de las
            zapatillas rojas
y camina, camina hasta dar con una librería
entra
–busco libros de Simenon– dice
la chica le entrega Pietr-le-Letton
y pregunta, ¿también desea tener un
           un gemelo malvado?
Friedmann sonríe, y asiente con la cabeza
Un gusto, Robert, Robert Capa
¿y el suyo?
Gerda Taro.


Ce soir, Gerda

Ce soir, Gerda
Si le confesara su nombre, no me creería
                                                Gerda Taro.

Y qué pasaría si te dijera que tiene el hálito de
            hace cinco días,
siempre quiere un poco de vino, vino tinto
vino que palpita en las esteras de su casa,
y se cansa de ser mujer,
ella le abre la cara a los soldados a regañadientes
les presta un par de golpes
les presta el puño
les presta a la boxeadora que no pudo ser
porque cuando boxea no escribe
cuando escribe, no fotografía
pero cuando toma fotos da tumbos sobre la mesa
con el vino, con los soldados
y entonces en la calle la miran y la saludan
y yo pienso como boxeador no como fotógrafo
porque a veces soy un boxeador atrapado en el
            cuerpo de un fotógrafo
Muhammad Ali no lo hubiera dicho mejor:

             “Imposible” no es un hecho, es una opinión.

y la gente dice que yo opino todo el tiempo
pero ellos no saben nada acerca de mí,
de mis fotos, de mi muerte, de mi limbo
estoy condenada
la guerra me ha hecho ser mejor boxeadora
he dejado de escribir,
he empezado a boxear,
quiero que los golpes lleguen despacio
quiero quedar grogui
quiero que el vino aletargue mi voz
en ese orden, en esa transición
dejar de respirar
y ser simplemente Gerda
ce soir, Gerda
gritaron
Ce soir, à bientôt !
quiero boxear ahora,
pero no puedo levantarme
déjenme prender este cigarro
luego nos vamos.


Eleonora

me aturde pensar en tus zapatillas rojas
Eleonora
la música country me hace recuerdo
            a la tristeza de Dillinger
antes de ser apresado
antes que su amada Evelyn se convirtiera
en cantante convicta
dime una cosa, Eleonora
qué siente alguien como Dillinger
            cuando roba un banco y después
le tira un beso a su amada
Eleonora
la música country me hace recuerdo
            a la tristeza de Dillinger
antes de ser amado
Eleonora
sé que esta tarde no tendré tiempo para verte
porque me ha tocado estar bajo la trinchera
es tan linda la foto tuya, Eleonora
temo que si te veo,
            otro soldado se enamore de ti
–miento
temo que si veo tu foto,
            sienta la tristeza de Dillinger
antes de ser acribillado
Eleonora.


***

Este es el proyecto de un beso,
un beso que se esconde en la violencia
–de los cuerpos–
cuerpos que desfilan con las pancartas impuestas,
pancartas que dicen:
Un buen soldado muere por su patria
Un buen soldado alza las armas por su patria
Un buen soldado se alimenta de la tierra
Un buen soldado sufre de hambre
Un buen soldado traiciona a su amigo
Un buen soldado se muere de hambre
Un buen soldado se masturba a las 3:00 am
            cuando nadie lo escucha
Un buen soldado no busca morir por su patria,
busca matar por su vida
Un buen soldado no se enamora,
            ni pide perdón
Un buen soldado escribe sus memorias
Un buen soldado lee el periódico y busca
trabajo de conserje, profesor, constructor, mesero
Un buen soldado camina por las calles
apuntando con su mano o sus ojos,
            como si fuera un arma.
Un buen soldado llora por las noches, cuando
ve a su madre en zapatos de tacón
Un buen soldado se levanta a las 5:45 am
e iza la bandera junto a su hijo.
Un buen soldado no cree en el azar,
ni en las cartas, ni en los juegos
Un buen soldado no ríe, pero sí peca
Un buen soldado se baña todos los días
y se agrieta la espalda contra el muro
Un buen soldado va a la iglesia,
aunque no sepa rezar
Un buen soldado se enamora,
            aunque no sepa dar un beso
Un buen soldado no escribe cartas de amor,
escribe novelas policiales
Un buen soldado no lee a Whitman, lee a Pound.


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